A lo largo del tiempo, el lujo se ha ido definiendo en el sector turístico tradicionalmente de la mano de la hostelería. Durante décadas este es el referente con el que hemos viajado y los hoteles donde nos alojásemos eran una de las principales señas de identidad de nuestros viajes. El lujo estaba definido por el nombre del hotel, su edificio histórico, el tamaño de sus suites medido en metros cuadrados, las estrellas Michelin de su restaurante, el diseño y decoración de su lobby o la calidad de los tratamientos de su spa. Todos estos factores combinados hacían que nuestra experiencia fuese realmente única y especial. Pero algo está cambiando. La economía del mundo mejora, los países que antiguamente no eran emisores de viajeros ahora lo son, las aerolíneas crecen por doquier y el mundo parece cada vez más cercano y asequible para todos. Más aviones, más personas viajando, más hoteles construyéndose y el debate está servido. La masificación, el impacto medio ambiental, la perdida de cultura local y un crecimiento insostenible parecen ser las noticias que nos llegan desde muchos rincones del mundo. A raíz de todos estos hechos, cada vez vamos todos siendo más y más conscientes del impacto que vamos dejando a nuestro paso en los países que visitamos y el lujo en los viajes se va redefiniendo. Ya no solamente sirven las grandes suites y los suntuosos lobbies. Hoy en día buscamos algo más allá y la experiencia del lujo está evolucionando alrededor de tres conceptos: Lo sotenible, lo remoto y los experiencial. Ese tipo de turismo responsable y sostenible ha encontrado una fórmula a través de proyectos de desarrollo turístico enmarcados en el lujo y la exclusividad donde la sostenibilidad es entendida mucho más allá de usar paneles solares, no lavar las toallas a diario o reciclar residuos.
Una isla privada y protegida (Wa Ale)
La isla de Wa Ale se encuentra en el archipiélago de Myeik en el sur de Myanmar. Después de tres vuelos desde España, aún quedan dos horas de lancha para llegar hasta esta isla privada de 3.600 hectáreas. Hace años Chris Kingsley tuvo la visión de proteger este pequeño y remoto trozo de un paraíso a través de un proyecto de desarrollo turístico minimizando el impacto en el ecosistema local, que generase una economía real para la población y que funcionase a modo de protección del ecosistema de la isla terrestre y marítima. Hoy en día la población local de la isla recibe el 20% de los beneficios y un 2% de los ingresos por habitación ocupada. Además, gestiona el proyecto de protección y conservación de las tortugas Verde y Laúd trabajando junto con la comunidad de pescadores local para proteger a estas dos especies en peligro de extinción. El proyecto incluye la protección del arrecife de coral por las anclas de los barcos locales trabajando junto con las comunidades de pescadores locales.
El hotel es la principal fuente de ingresos para la isla y cuenta con 11 villas y 3 Tree Houses construidas con materiales degradables y locales combinando madera y bambú. Su estilo ha sido inspirado en el estilo de las casas de las aldeas locales.
- El proyecto de conservación de tortugas es uno de los grandes atractivos de la isla.
- Y si tenemos suerte, podremos ver algún que otro pangolín, una pequeña especie de armadillo enano muy poco común.
- En Kayaks y paddle board se puede rodear parte de la isla y remar entre manglares o explorar la fauna de la isla a pié por su sistema de caminos forestales.
- Las aguas del archipiélago, llenas de arrecifes coralinos, son ideales para disfrutar del snorkeling y el buceo.
Una antigua plantación maderera recuperada (Nicaragua)
En Nicaragua, la familia Poncon adquirió más de 1.600 hectáreas en la costa del Pacífico convirtiéndola en una reserva privada. A lo largo de los años se replantó toda la reserva con vegetación autóctona recuperando la selva, atrayendo especies de animales locales como el mono aullador, papagayos, osos hormigueros, osos perezosos y ciervos moteados.
Cuenta con una huerta orgánica, una granja, un criadero de camarones y todo el pescado que se sirve es pescado directamente en la bahía de la reserva. Podríamos decir que es casi autosuficiente.
Además, cada cabaña del hotel ha sido construida con madera traída de plantaciones madereras de gestión ecológica responsable.
Todos los empleados han sido contratados en las poblaciones locales para apoyar a la economía y formación local como parte del compromiso del proyecto de conservación no solo ecológica sino social.
El hotel fue construido entre la selva y cuenta con 18 bungalós repartidos entre la vegetación. La electricidad se genera a través de paneles solares y las habitaciones, para evitar el uso de compresores de aire acondicionado, cuentan con un ingenioso y refrescante sistema de recirculación de aire con cero emisiones y muy bajo consumo de energía.
Su playa de más de un kilómetro de largo es visitada frecuentemente por tortugas en su época de desove. Los huevos se recogen y guardan en una zona protegida para alejarlos de depredadores y se reintroducen las pequeñas tortugas en el mar ayudando a mejorar las posibilidades de recuperación de una especie amenazada.
La última batalla de África (Botswana)
La fundación Great Plains Conservation presidida por Dereck Joubert, nació con la vocación de proteger especies en peligro de extinción y ecosistemas en África a través de proyectos de desarrollo turístico de lujo.
El 100% de los beneficios generados se dedican al mantenimiento del ecosistema. En este proyecto se busca encontrar un sano equilibro entre conservación del medio ambiente y especies, involucración de las comunidades locales y generar una economía local. Uno de sus mayores esfuerzos es el de convertir terrenos dedicados a la caza o a la ganadería en zonas de conservación a través del turismo de safaris fotográficos.
Los datos son demoledores, mueren 5 elefantes por hora en toda África a manos de furtivos. Tan solo en Sudáfrica muere un rinoceronte cada 9 horas y en los últimos 50 años se han perdido el 95% de la población de leones. Para evitarlo protegen grandes áreas en Kenia, Botsuana y próximamente Zimbabue, que explotan con este concepto de forma exclusiva construyendo campamentos con cero impacto medioambiental ofreciendo una experiencia de contacto con la naturaleza extraordinaria sin renunciar a ninguna comodidad y generando una economía social en la zona donde la comunidad local pueda ver que el turismo sostenible genera una economía tan rentable o más como la ganadería o incluso la caza furtiva.
Esto son tan solo tres ejemplos en Myanmar, Nicaragua y Botsuana donde el turismo cuando es gestionado con un proyecto de conservación detrás, puede tener un resultado e impacto positivo en el medioambiente, la comunidad local y redefinir los estándares del lujo entre lo remoto, lo sostenible y lo experiencial. Eligiendo e informándonos bien antes de viajar nos podremos asegurar que las experiencias y el impacto que un viaje tiene en nosotros, sea tanto o más positivo también para aquellos que nos ayudaron a hacer que nuestro viaje fuese una experiencia especial
Fotos: Varios – Elefant Travel
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