El Mejor Ambiente de ¡¡Ponzano!!
Verano de 2016, una terraza de verano y un grupo de amigos rodean unos tercios de cerveza. Pican algo, no muy variado y tampoco especialmente saludable. Normalmente salado, muy salado, para como dicen ellos, “la sed te sea contigo” y que el ritmo de tercios no pare (el auténtico marketing directo de algunos bares hoy en día).
Bien entrada la tarde, para otros bien entrada la noche, deciden que el día no ha acabado y que seguramente pueda deparar aun sorpresas dignas de contar al día siguiente. De los 10 que empezaron solo 2 abandonan el barco. Los flojos. El otro 80% se queda, no vaya a ser que pase algo y “te lo tengan que contar mañana”. Nadie se arriesga, yo tampoco lo haría.
Mas bebidos que cenados, por aquello de los acompañamientos salados que el barman ha tenido a bien en repetir con cada tercio de cerveza, abandonan la terraza y entran en el interior del local para tratar de avituallarse y coger fuerzas con unas raciones castizas y esta vez no tan saladas. La variedad es escasa y la calidad no mejora la variedad, por lo que rápidamente pasan al café y a los digestivos correspondientes. El local no ayuda y ese 80% empieza a perder efectivos, otros dos, quedándose en un 60. Es medianoche, suben la música y bajan algo la luz, pero no termina de arrancar la cosa. Otra perdida humana y el 50% restante decide sentarse en unas mesas altas cerca de la barra, entre cansados y desanimados y es ahí cuando surge la magia
“¿Y si hacemos esto, pero bien hecho?”
La idea ya existía, pero con un concepto mas orientado a picoteo y copas, con poca calidad ambas o simplemente a cena con música alta, y precios como la música. Este grupo de amigos pretendía aunar en un local todo aquello que les gustaba hacer. Poder tomarse unas cervezas y picar algo en un sitio moderno y agradable, poder cenar sentado y mas tranquilo con una carta elaborada y elegante y tener la posibilidad de empezar (o acabar) la noche tomándose unas copas en el mismo local.
Es el punto de inflexión del nacimiento de lo que ellos entre risas llaman PIO (Plan Integral de Ocio). Cansados de tener que ir a un sitio para terracear, otro para cenar y otro para copear y bailar, con la perdida de tiempo dinero y efectivos humanos que ello supone, empiezan a darle vueltas a la idea de crear un espacio atractivo de día, pero también agradable para cenar y que además permita poder continuar casi casi hasta que el cuerpo aguante.
Ahí nace Maracca, un local situado en la zona de Ponzano de Madrid (Santa Engracia 112) que tiene y contiene todo aquello que sus socios imaginaron una noche de verano. Un bonito, moderno y luminoso bar en el que el afterwork, el cañeo-tapeo, la cena y las copas cobran su razón de ser cuando se combinan, aunque también por separado tienen punch. Y cada vez más.
La idea de esos 4-5 amigos se transforma en una sociedad en la que acaban entrando 16 socios, capitaneados por Jorge Varas y Víctor Mateos, los verdaderos currantes y almas de Maracca. Lo primero era la carta y el local. O el local y la carta. O los dos. Y así fue, casi de la mano, y con el asesoramiento de grandes profesionales del mundo de la hostelería (algunos apostaron por el proyecto y a día de hoy todavía son socios) vio la luz en febrero de 2017 lo que hoy podríamos decir que es uno de los locales referencia de la zona. Una carta variada, fresca y moderna (pero de las que no te quedas con hambre), unido a una decoración vanguardista pero fina y elegante daban en la tecla que sus creadores habían imaginado aquel verano de 2016.
Menú del día, algunos trajes y corbatas, Terraza llena, afterwork alargándose, casi todas las mesas reservadas para cenar, algunas mesas altas llenándose de jóvenes y no tan jóvenes, tapas y picoteos no siempre salados, medianoche, sube la música, bajan las luces, gintonics, algunos bailes… un viernes cualquiera. Y un sábado, incluso un domingo. También entre semana.
Y había que cerrar el círculo. Todo empezaba en el aperitivo, pero tenía un final sobre las 2:30 de la madrugada. Quizá para algunos ese final llegaba antes de lo previsto. Había que hacer algo, y en el local de al lado había unos sótanos vacíos que en otro tiempo fueron oficinas de una importante empresa aseguradora. Manos a la obra, mucha obra, y en enero de 2019 nacía el hijo mayor de Maracca, el primogénito.
Y se iba a llamar Piccaro, un local con licencia de discoteca en el que continuar lo empezado, o empezar lo que acabar. Con dos plantas y un aforo de cerca de 300 personas era el sitio perfecto para cerrar el círculo y nunca mas perder efectivos por el camino. Ya no había excusas.
Ellos lo habían conseguido y su PIO completado.
«Hoy en día a todos nos encanta disfrutar de una buena comida o cena acompañada de una sobremesa eterna, y es justo lo que Maracca nos ofrece.»