Cualquiera que haya estado en La Rioja sabe que alojarse en un hotel con historia y degustar buen vino es el mejor camino a seguir. Pero si lo que quieres es experimentar algo totalmente especial deberías visitar Casa Grande Hotel.
Una casa solariega del siglo XVIII convertida en un proyecto hotelero relajado de tan solo 11 habitaciones.
El diseño esencial y detallado, lo firma el interiorista Francesc Rifé, para muchos clave en el éxito y la diferenciación de este proyecto.
El pueblo, situado en la ruta del Camino de Santiago, ofrece un entorno de gran belleza donde podremos andar por sus caminos y senderos, experimentando la tranquilidad y la energía positiva que sintieron sus propietarios, Mònica y Raül cuando llegaron a Grañón. Para muchos entusiastas de los viajes, este podría ser un pequeño trozo de cielo.
Tanto en el interior como en el exterior se ha dejado la piedra vista en paredes, con el objetivo de mantener la esencia y la simplicidad de la misma casa, consiguiendo una imagen unificada en toda la edificación. El diseño obedece siempre a unas reglas y los detalles espaciales cumplen con un objetivo, pero también es cierto que en el “Casa Grande Hotel” se trabajó duramente por hacer palpables energías invisibles, cómo el vacío y el lujo de los espacios grandes.
La planta baja cuenta también con el restaurante, su pequeña bodega y terraza donde se saborean platos típicos de la región concebidos por las manos de nuestro chef.
Casa Grande Hotel dispone de 11 habitaciones, todas distintas que van de los 22 m2 a los 42 m2, la mayoría de ellas por encima de los 35 m2, entre ellas una con balcón y otra con una bonita terraza.
El primer nivel aloja cinco habitaciones con paredes de sillería o ladrillo expuesto o hormigón mientras que la segunda planta reúne seis habitaciones diseñadas como suites que se caracterizan por sus techos más altos.
Donde el espacio ha sido diseñado para disfrutar de nuestras emociones y experiencias
Ubicación Casa Grande Hotel
Grañón es un pueblo milenario, de unos 300 habitantes, atravesado por el Camino de Santiago, donde los turistas van a encontrar paz y tranquilidad. Su incomparable belleza no deja a nadie indiferente, pues nos encontramos con una localidad rodeada de un paisaje lunar, por las formas de los campos de secano, donde el color predominante varía según la estación del año.
La localidad dispone de unas excelentes comunicaciones con el resto de La Rioja, ya que en ella finaliza la autovía A-12. Ello permite a nuestros visitantes acercarse en poco tiempo a cualquier otra población de interés. Estamos situados a tan solo 20 kilómetros de las pistas de esquí de Valdezcaray; a 25 kilómetros de Haro, la Capital del Vino; a 31 kilómetros de Briones y su espectacular Museo de la Cultura del Vino; a 29 kilómetros de San Millán de la Cogolla y sus majestuosos monasterios de Yuso y Suso… Y también muy cerca de otras poblaciones que atesoran una gran riqueza patrimonial o paisajística, como Sajazarra y Cuzcurrita del Río Tirón, dotadas de imponentes castillos; Leiva y Tormantos, bañados por la presa; Cañas y su monasterio; Cihuri y su pasado romano; Casalarreina.
Pero además estamos en la Rioja Alta, tierra de buenos vinos y mejor comer, rodeados de campos de cebada y de bosques de hayedos, donde el agua fluye en pleno mes de agosto.
Desde los pinchos que pueblan por doquier las nutridas barras de los establecimientos hosteleros, hasta las verduras y ricas carnes de una tierra agrícola y ganadera que abastece a los fogones y parrillas de sabrosas viandas, se nos ofrecen las propuestas más exquisitas y vanguardistas. Es difícil encontrar un lugar donde comer y beber mejor, en esta tierra con nombre de vino.