Échate al monte mediterráneo

Caminar por alguna de las rutas del Macizo del Mondúver, descubrir los bellos pueblos de la Serra Mariola, empaparte de los paisajes que regala la ribera del río Algar hasta les Fonts d’Algar, o perderte por las calas del sendero del cabo de Huertas. La montaña levantina salvaguarda unos tesoros naturales que te dejarán sin palabras.

Del Macizo del Mondúver a la playa de Xeraco

La localidad de Xeraco se yergue como resistencia al turismo desaforado que acoge cada año sus vecinas Cullera y Gandía. En este rincón levantino en plena comarca de La Safor la tranquilidad y el sosiego son norma en sus playas y sus campos. 

En el entorno del macizo de Mondúver hay unos 300 kilómetros de sendas. Foto: Eva Máñez

Un paseo al lago de Anna

La comarca de La Canal de Navarrés es famosa en la provincia por ser una de las que más y mejor agua tienen del territorio, y la localidad de Anna ha sabido aprovechar este recurso durante siglos. 

La meta es el lago conocido como La Albufera. Foto: Eva Máñez

Siguiendo el Mijares por los Chorradores de Navarrés

Las aguas del río Silente y su acondicionamiento desde hace siglos por parte de los pobladores de esta villa histórica han creado una serie de piscinas naturales muy apetecibles durante todo el año, ya sea para darse un chapuzón o disfrutar del paraje.

Los saltos sobre el curso del agua son habituales durante el recorrido. Foto: Eva Máñez

Descubrir la diversidad de Alcoy

Alcoy, cuenta grandes muestras de su pasado industrial, ejemplos de arquitectura modernista e, incluso, yacimientos arqueológicos. Aunque a veces pasen desapercibidos, los paisajes que rodean a esta localidad condensan algunas de las virtudes más destacables de la Serra Mariola, es decir, caminos apacibles a recorrer a pie o sobre ruedas, especies vegetales autóctonas y una fauna que tiene en el buitre leonado su especie más icónica.

Impresionan los cortados del Barranco del Cint. Foto: Eva Máñez

Un camino de cuento hasta las Fonts d’Algar

Se trata del camino que discurre junto a la ribera del río Algar hasta les Fonts d’Algar, unas piscinas naturales de aguas turquesas, merece la pena dar un paseo por el kilómetro y medio del sendero que muestra la belleza natural de la Sierra de Bernia.

Las fotografías que se obtienen aquí parecen de ceunto. Foto: Eva Máñez

El rumbo lo marca Faro de L’Albir

El Faro de L’Albir marca la meta de los senderistas y ciclistas que siguen la senda que lleva hasta su puerta en el Parque Natural de la Serra Gelada -el primer parque marítimo-terrestre de la Comunidad Valenciana-. Se trata de una agradable ruta que cubre el litoral de este rincón de L’Alfás del Pi.

La ruta que lleva al faro transcurre por el perfil costero. Foto: Eva Máñez

De playa en playa por el Sendero del Cabo de las Huertas

Las playas de la Costa Blanca son famosas por sus aguas mansas y unos arenales dorados. Se trata del Sendero de Cabo de Huertas, una ruta que parte de la alicantina playa de la Albufereta y concluye en el Mirador de Mussola, uno de los puntos con mejor panorámica de la costa de Alicante, unos siete kilómetros de recorrido perfectamente habilitados.

A través de esta ruta se descubren algunas de las mejores calas de la Costa Blanca. Foto: Eva Máñez

Hasta el interior de la Sierra del Cabeçó d’Or

Busot, en la comarca interior de l’Alacantí, es uno de esos pueblos en los que el encanto natural del entorno se mezcla con el de la propia localidad. Calles estrechas y empedradas protagonizan un trazado en el que el pasado musulmán de la comarca lo protagoniza una fotaleza del siglo XII y la artesanía gustativa tiene sus templos en el “Forn El Collaet”.

Las Cuevas de Canalobre atesoran formas geológicas inimaginables. Foto: Eva Máñez

Bordear los acantilados de Benitatxell

El límite de Benitatxell con el Mediterráneo ofrece dos rutas destacables. Por un lado, la preciosa ruta de los acantilados, desde donde se tiene unas magníficas vistas del mar y unos atardeceres increíbles. Al final de la ruta se encuentra un refrescante alivio en la cala del Llebeig, un espacio virgen en el que incluso se puede hacer snorkel para observar la fauna marina.

Así se ve la cala del llebeig. Foto: Eva Máñez