Dar la vuelta al mundo es uno de los sueños que está en la wish-list de la mayoría de viajeros. ¿Quién no se ha imaginado alguna vez convertirse en un Phileas Fogg del s.XXI y dedicar unas semanas de su vida a recorrer el mundo emulando al protagonista de la novela de Julio Verne?
Hace 150 años, dar la vuelta al mundo podía considerarse una auténtica peripecia llena de aventuras y descubrimientos. Hoy en día, el viaje es mucho más sencillo y seguro de llevar a cabo aunque, no por ello, ha perdido ese halo de experiencia mítica y romántica que tiene para todos aquellos que han podido vivir ese viaje inolvidable que marca un antes y un después en sus vidas.
Un poco de historia
El afán por descubrir nuevas rutas comerciales y territorios fue lo que llevó a los grandes navegantes y exploradores europeos a recorrer el mundo a partir de los siglos XV y XVI.
Juan Sebastián Elcano fue la primera persona en dar la vuelta al mundo en barco durante la expedición comandada por Magallanes, que partió de Sevilla en 1519 y regresó 3 años después, tras haber completado la primera circunnavegación oficial del globo y haber descubierto el Estrecho de Magallanes.
Charles Darwin, embarcó en 1831 en el Beagle con solo 22 años para iniciar una vuelta al mundo de carácter científico que duró cinco años. Darwin partió del puerto de Plymouth y algunos de los lugares que visitó fueron las Islas Canarias, Río de Janeiro, Buenos Aires, la Patagonia, Chile, las Islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda y Australia, hasta llegar de nuevo a Inglaterra.
Hasta el siglo XX, los carruajes tirados por caballos, el ferrocarril y el barco fueron los medios de transporte empleados por los viajeros europeos a la hora de recorrer grandes distancias y de viajar de un país a otro. Pero en el año 1903, la historia de los viajes iba a cambiar radicalmente gracias a la hazaña de los hermanos Willbur y Orville Wright que realizaron el primer vuelo controlado de una máquina más pesada que el aire, que consiguió volar durante 12 segundos algo más de 36 metros de distancia.
Se iniciaba de esta manera el desarrollo de la aviación comercial y muchos fueron los pioneros que decidieron recorrer el mundo en este nuevo medio de transporte. En 1927, Charles Lindbergh se convirtió en la primera persona en cruzar el océano Atlántico en un vuelo de un avión en solitario y en 1933, Wiley Post fue el primer piloto en dar la vuelta al mundo en solitario. Completó su hazaña tras 7 días, 18 horas y 49 minutos de vuelo, batiendo también un récord de velocidad.
La aviadora Amelia Earhart quiso convertirse en la primera mujer aviadora en dar la vuelta al mundo y despegó de Miami el 1 de junio de 1937 a bordo de su aeronave Electra. Un mes después, con 35.405 kilómetros volados y 11.265 por recorrer, desapareció cuando volaba hacia la isla Howland, en el océano Pacífico.
Ya en 1956, en Barcelona, Luis Azqueta Brunet es la primera persona que rompe la barrera del sonido en España en un festival aeronáutico delante del público.
Volar y conectar el mundo
En poco más de un siglo la aviación comercial se ha desarrollado de tal manera que hoy es el primer medio de transporte utilizado para viajar y prácticamente todas aquellas personas que desean dar la vuelta al mundo lo hacen utilizando el avión.
Si bien las aerolíneas comerciales conectan en la actualidad la mayoría de ciudades del mundo, realizar este tipo de viaje en un avión comercial puede tener sus inconvenientes: Estar sometido a horarios y fechas concretas de vuelos, la incomodidad de todos los aspectos burocráticos y de seguridad que conlleva el protocolo aeroportuario antes de embarcar, las esperas y colas en las escalas y estar limitado incluso por el número de aeropuertos en los que los aviones comerciales de grandes dimensiones pueden aterrizar.
Por el contrario, un jet privado puede ser la mejor opción para hacer realidad la vuelta al mundo de tus sueños, de la forma más exclusiva y personalizada, volando y conectando continentes, países, ciudades, islas y lugares remotos como quieras, cuándo quieras y dónde quieras.
Exclusividad, comodidad, libertad, intimidad y flexibilidad podrían ser algunas de las principales razones para dar la vuelta al mundo en un jet privado. Al viajar en un avión privado no estás limitado por los horarios de las aerolíneas ni tienes que perder tiempo en el aeropuerto esperando pasar el control de seguridad o durante la recogida del equipaje. Tú puedes decidir a qué hora sales y, en caso de ir con retraso, es el avión el que te espera a ti. Los jets privados pueden aterrizar en aeropuertos pequeños más cercanos a tu destino final y pueden evitar así el tráfico de los aeropuertos más grandes.
Al viajar en Jet privado puedes escoger el tamaño del avión y decidir quién te va a acompañar en tu aventura alrededor del planeta. Tendrás todo el avión para disfrutar de esa vuelta al mundo con tu pareja, familia o amigos, de una forma privada y sin interrupciones. También podrás escoger cuándo y qué tipo de comida deseas consumir a bordo durante el viaje.
Diseña tu viaje soñado
A bordo de un jet privado, tú vas a ser el protagonista de tu propia aventura alrededor del mundo, de tu viaje soñado. Tú vas a poder decidir el ritmo del viaje, qué países o ciudades descubrir, cuánto tiempo disfrutar de cada uno de los puntos de tu ruta. Se trata de un viaje hecho a medida, único y personalizado.
Aunque no existe una vuelta al mundo estándar, una buena idea sería empezar descubriendo la cuna de alguna de las antiguas civilizaciones como Egipto, Jordania o Grecia. Es un buen punto de partida empezar esa vuelta al mundo en aquellos lugares míticos donde nacieron los primeros exploradores y sabios de la antigüedad. Civilizaciones milenarias que se lanzaron a descubrir el mundo y civilizaciones que vivieron la llegada de los navegantes europeos como los Incas en Perú o los mayas en México.
La naturaleza es sin duda otra de las grandes protagonistas de cualquier vuelta al mundo. A bordo de tu jet privado puedes descubrir la sabana africana, las selvas tropicales, la jungla asiática, desiertos como el del Gobi, islas paradisíacas en Polinesia, glaciares en Patagonia e incluso los Polos. Llegar a destinos remotos como Isla de Pascua, Mongolia, Bután, Groenlandia o la Antártida, e incluso a lugares donde no pueden llegar los grandes aviones comerciales. Vivir, en definitiva, esa vuelta al mundo soñada de una forma más directa, personalizada y exclusiva.
La innovación y la vida vibrante de las grandes ciudades deben estar también en la lista de escalas de esta gran ruta alrededor del mundo: Nueva York, Rio de Janeiro, Cuzco, Tokyo, Dubai, Hong Kong…. sin olvidar algunas de las grandes capitales europeas como Londres, Berlín o Moscú.
Tener la oportunidad de dar la vuelta al mundo en un jet privado significa VIAJAR con mayúsculas y hacerlo con total libertad y flexibilidad. Se trata de un viaje transformador y profundamente enriquecedor basado en el contraste de culturas, paisajes, gentes y experiencias, que marca un antes y un después en la vida de quien se lanza a hacer realidad ese viaje mítico soñado.
Fotos: Varios – Elefant Travel
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