Parador Cangas de Onís

“La belleza la tenemos que compartir”. Esta aseveración del director del Parador de Cangas de Onís, Ignacio Bosch, mientras contempla el arrebatador paisaje que se disfruta un día despejado desde el Monasterio de San Pedro Villanueva, donde se ubica, con el azulado río Sella a los pies y los espectaculares Picos de Europa en el horizonte, encierra en gran medida la misión y visión de los Paradores de Turismo. “Es el paraíso, como nos gusta decir aquí”, resume.

El establecimiento asturiano es una de las joyas de la red hotelera pública. Un exponente único por la dualidad de su emplazamiento en un enclave idílico de excepcional belleza y en un edificio “con una historia emocionantísima vinculada con el Reino de Asturias en el siglo VIII”. El hotel, inaugurado en 1998, se habilitó en el convento benedictino en el año 746. 

El monasterio no es muy grande “porque nunca tuvo más de 8 o 9 monjes”. Es un inmueble precioso, con espectaculares y elegantes estancias de piedra y madera con 128 plazas de alojamiento. Declarado monumento nacional en 1907, nada queda de su primera época. En el siglo XII se reformó en un estilo románico, del que se conservan restos en la iglesia, como un bello capitel que narra la despedida del rey Favila de su esposa y el ataque del oso que le mató. La gran transformación se acometió en el XVII, como testimonian elementos barrocos como el claustro o la torre del campanario.

El Parador se sitúa en un marco natural privilegiado y constituye una alternativa excepcional para establecer el “campamento base” para conocer el entorno. Cangas de Onís es la entrada principal al Parque Nacional de los Picos de Europa y sus escarpadas cumbres y es punto de partida ideal para visitar el Santuario y los lagos de Covadonga.

Tanto si se opta por senderismo como por cicloturismo, saca a relucir dos recomendaciones de rutas jacobeas próximas: el Camino de Santiago Ruta del Norte y otro que se está poniendo en valor que atraviesa desde Santo Toribio de Liébana por Picos de Europa hasta Covadonga y luego Cangas de Onís para enganchar con Oviedo por el Camino Primitivo. “Es precioso y desconocido. En Asturias nos gusta reivindicarlo porque fue el primero que se hizo. Alfonso II, el rey nieto del fundador del monasterio, acudió desde Oviedo a descubrir los restos del Apóstol”, defiende.

En cualquier caso, Bosch evidencia la oferta gastronómica del Parador, además de por los guiños a la cocina monástica, lleva sello asturiano: calidad del producto local y copiosidad de las raciones. Uno de los grandes reclamos del Principado.

El establecimiento es uno de los paladines de «Alimentos del Paraíso», sello que engloba a los productos asturianos con DO e IGP, y ofrece en su carta su rico y variadísimo abanico.