«Si un tren es lo suficiente grande y cómodo, con un servicio adecuado, ni siquiera necesitas un destino»
Si alguien como Paul Theroux describe así los viajes en tren poco más se puede añadir. El gran bazar del ferrocarril, de 1975 narra su viaje de ida y vuelta desde Londres hasta el sudeste asiático. A través de sus palabras, Theroux lleva a los lectores a un viaje por paisajes cambiantes, culturas diversas y experiencias humanas únicas, todo desde la perspectiva de los vagones de tren.
Una forma de viajar lenta, pausada, reflexiva y muy gozosa que desde hace unos años está recuperando todo aquel glamour de principios del siglo XX.
En sus relatos, Theroux a menudo se encuentra viajando en trenes históricos y lujosos, lo que brinda una ventana a la elegancia de una era pasada. Sus descripciones detalladas de los interiores opulentos, la excelente gastronomía y el servicio excepcional en estos trenes, ayudan a los lectores a apreciar la herencia y el lujo asociados con el viaje en tren.
La Belle Époque, el máximo esplendor del tren
La Belle Époque, fue un período de prosperidad y avances culturales en Europa, que duró desde finales del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Durante esta era, los viajes en tren experimentaron un auge notable y se convirtieron en una representación de clase y modernidad.
Aquello supuso un importante impulso al lujo en el turismo. El Orient Express, inaugurado en 1883, simboliza esta era de elegancia en los viajes en tren, con sus coches restaurante de lujo, compartimientos privados y un servicio inigualable.
Además se establecieron rutas que conectaban importantes ciudades europeas con destinos más exóticos en el Medio Oriente y más allá. Los viajes en tren ofrecían una forma relativamente rápida y cómoda de explorar nuevos lugares, lo que contribuyó al auge del turismo en general.
Técnicamente también se produjeron grandes avances, incluyendo mejoras en los sistemas de calefacción y ventilación, y en la comodidad y seguridad de los coches, lo que mejoró la experiencia de viaje.
En cuanto al diseño, los trenes de la época reflejaban el estilo y la estética de la Belle Époque, con interiores opulentos diseñados en el estilo Art Nouveau o Art Deco, materiales de alta calidad y detallados acabados que creaban una experiencia de viaje única y lujosa.
Un viaje por el lujo ferroviario
Los viajes en tren se convirtieron en eventos sociales y culturales. Los trenes a menudo eran frecuentados por la élite social, y las estaciones de tren se convirtieron en lugares de encuentro social de las clases más pudientes y también de los artistas más influyentes. Agatha Cristie, en la literatura y pintores como Monet o Manet, supieron captar el estilo de una forma de viajar y vivir. El tren también fue protagonista de los primeros momentos del cine con aquella película de apenas 50 segundos L’arrivée d’un train à La Ciotat de los hermanos Lumière. Se trata de una de las primeras grabaciones en movimiento y fue realizada en 1895. La película muestra un tren de vapor llegando a la estación de tren de La Ciotat en Bouches-du-Rhône, Francia.
En resumen, la Belle Époque fue una época dorada para los viajes en tren, marcada por el lujo, la innovación y una creciente interconexión entre diferentes partes de Europa y más allá. Los trenes no sólo transportaban personas de un lugar a otro, sino que también ofrecían una experiencia de viaje inigualable que reflejaba el optimismo y la elegancia de la era.
En el corazón de la revolución industrial del siglo XIX, los trenes se alzaron como los colosos de hierro que prometían reducir distancias mientras ofrecían una pincelada de aventura. Pero no cualquier tipo de aventura, sino una engalanada con lujo y confort. Un nombre resalta en las páginas doradas de esta era: el Orient Express. Desde su viaje inaugural en 1883, este tren se convirtió en el símbolo de la opulencia sobre raíles. Con una tarifa de 300 francos (unos 1.750 euros) sólo la élite podía permitirse el lujo de viajar entre París y Constantinopla.
Hoy, el legado del Orient Express vive a través del Venice Simplon-Orient-Express, operado por Belmond y el mismo trayecto desde París a Estambul son algo más de 20.000 euros por pasajero.
Cada vagón hoy en día es una reliquia cuidadosamente restaurada de los años 20 y 30, narra historias de una época pasada. Aunque la modernidad ha tocado sus puertas, al agregarle comodidades contemporáneas, la esencia del pasado prevalece. Un viaje de Londres a Venecia es un recorrido no solo entre ciudades, sino también a través del tiempo. Eso sí no esperes encontrar un baño en tu suite, la autenticidad histórica manda y los compartimentos solo disponen de un lavabo, como en los días de Agatha Christie. Un trayecto de una noche que, sin embargo, se vuelve inolvidable con cena de gala y desfiles de moda vintage a bordo.
El romanticismo y el lujo en la actualidad
Belmond no se detiene ahí. También nos ofrece el Royal Scotsman, un viaje a través de los paisajes escoceses, donde cada curva revela una nueva postal de la campiña, mientras disfrutas del whisky local en el observatorio del tren.
La cadena Accor, por su parte, ha decidido sumergirse en esta experiencia ferroviaria con un nuevo Orient Express que recorrerá Italia, mientras que en Portugal, The Presidential Train te invita a explorar el Douro en un ambiente que evoca la elegancia de antaño.
Viajando fuera de Europa, los raíles de lujo no se detienen. En África, el Rovos Rail te transporta desde la capital sudafricana hasta las majestuosas Cataratas Victoria. Mientras en Perú, el Belmond Andean Explorer te sumerge en la belleza andina.
La estética europea da paso a la innovación asiática con el Shiki-Shima en Japón, un tren que redefine el lujo con su diseño futurista y sus suites que son una obra de arte. En Malasia, el recién relanzado Eastern & Oriental Express por Belmond, es una ventana a la diversidad cultural del Sudeste Asiático.
En este renacimiento del lujo ferroviario, cada trayecto es una oda a la historia, un homenaje a la ingeniería y una invitación a explorar el mundo desde una perspectiva diferente. Así que la próxima vez que el wanderlust te llame, considera responderle con un viaje en tren. Porque en estas lujosas odiseas, el destino es hermoso, pero el viaje… El viaje es simplemente inolvidable.
Madrid – Barcelona – Colombia