¿Cómo quiere los tipos? ¿Poco hechos, al punto o muy hechos?

Todos los titulares de prensa económica se están llenando de preguntas acerca de cómo actuarán los bancos centrales en materia de tipos de interés. La pregunta se produce en un momento de gran incertidumbre, súper inflación y una Europa necesitada de rápida aceleración económica. 

La política de tipos de interés que se decida marcar desde Frankfurt va a condicionar nuestras hipotecas, nuestras tarjetas de crédito e incluso el tipo de producto que nos ofrecerán los bancos a lo largo del año. En definitiva, nos va a marcar el 2022.

Pero vayamos por partes, ¿por qué ahora se pone tan de relieve una revisión de la política de tipos de interés y por qué nos puede afectar tanto a nuestra vida cotidiana?

En primer lugar, tenemos que hablar de la extraordinaria situación que estamos viviendo en España, donde nos encontramos con un IPC que superó el 6% el pasado mes de diciembre.

Durante este año, hemos asistido a un rally al alza del índice general de precios que se ha visto agravado por el espectacular paquete de ayudas europeas1 junto al encarecimiento del gas ruso.

Esta subida tan generalizada de precios no sólo se ha producido en España si no que en la Eurozona estamos viviendo un máximo histórico del 5,1% (recordemos que el objetivo del BCE es mantener la inflación en el 2%). Esto hace que todas las alarmas salten y que Lagarde se ponga manos a la obra.

En España no estábamos en estos niveles de inflación desde 1992, ni la crisis tecnológica, ni la entrada en el euro, ni los inicios de la CoVid19 habían dejado unos niveles tan altos.

Ahora bien, está claro que se requieren medidas para frenar esta inflación, pero qué puede hacer el BCE para revertir este elevado porcentaje:

  1. Mantener su política de intereses negativas y fomentar la financiación. Es la situación que llevamos viviendo varios años: financiación a coste 0 para los bancos para un posterior traspaso a los consumidores finales. Con esta política, se favorece el consumo del usuario final, invitando a un mayor consumo y un menor ahorro.
  2. Subir ligeramente los tipos en varias subidas a lo largo del año. Situación que ha anunciado la FED que realizará durante este 2022. En este escenario, se sube el tipo de interés mínimamente con el objetivo de subir el coste de financiación; esto provoca que el consumidor no solicite tanto crédito (al ser más costoso) y por tanto decida crecer por la parte del ahorro.
  3. Subir drásticamente los tipos de interés. Situación poco probable en la que el BCE aumentaría el coste de la financiación, perjudicando a empresas endeudadas y favoreciendo a entidades financieras. El consumidor final vería cómo sus pasivos crecerían (hipoteca, créditos, etc.) y estaría desincentivado a consumir, provocando un ahorro masivo.

También hay que tener en cuenta que esta situación no es algo que se decida de manera totalmente libre por el BCE, si no que desde Frankfurt estarán muy pendientes a lo que hagan los otros bancos centrales (Londres y Nueva York principalmente).

Si la FED y el Banco de Inglaterra decide subir los tipos de interés (subida ya anunciada) y el BCE los mantiene a 0, se produciría una fuga de capitales refugio hacia esos bancos centrales afectando a la divisa euro.


1 Hablamos de esta posible consecuencia en el Magazine de Septiembre: ‘¿Dinero gratis? No, gracias’ cuando teníamos una inflación en el 3%. 

Quedan muchas incógnitas por resolver y la situación de este 2022 se presenta bastante compleja, pero si a mi me preguntan cómo quiero los tipos, yo diría: ¡al estilo americano y en su punto, señora Lagarde!