Tecnología en todos los sectores.., vamos a saber con qué facilidad se incorpora y los beneficios que tiene entre nosotros
Vivimos en un mundo dominado por la tecnología. Tenemos a nuestro alcance multitud de medios que hacen nuestra vida más fácil. Y ese efecto se repite constantemente con la aparición de nuevos medios que superan a los ya existentes. La facilidad que provoca la tecnología se va aplicando poco a poco a todos los ámbitos de nuestra vida.
El mundo de los despachos de abogados no es ajeno a esos avances tecnológicos. Algunos despachos apostamos mucho por implantar y adaptarnos a esa tecnología. Y lo hacemos mediante la introducción en el día a día de nuevas herramientas que ayuden a hacer más eficiente y fiable el trabajo de los abogados.
Desde Pinsent Masons hace años que, en previsión del desarrollo tecnológico, apostamos por vías de innovación que nos permitiesen tener herramientas propias que poder usar en el día a día en nuestra relación con los clientes. Al controlarlas nosotros podemos hacer todos los ajustes que sean necesarios para mejorar las herramientas. Además, podemos comercializarlas para hacer más fácil también la vida de nuestros clientes.
En este artículo vamos a exponer sólo algunas de las herramientas de las que disponemos y que son las que mayor atracción generan por todos los beneficios que reportan.
En primer lugar, tenemos una herramienta que utiliza la inteligencia artificial para hacer revisiones masivas de documentación. El único requisito para que resulte útil su utilización es que la documentación a revisar tenga una cierta homogeneidad. Gracias a esta herramienta podemos identificar qué documentos siguen un mismo modelo y cuales contienen cláusulas más específicas que requieren una mayor atención, reduciendo el tiempo de análisis. También sirve para buscar una cláusula en concreto. Por poner un ejemplo, en muy poco tiempo podemos identificar cuantos contratos de préstamo hipotecario de los que componen una cartera contienen una cláusula suelo. No hace falta revisarlos individualmente: el sistema los identifica.
Otra herramienta consiste en la automatización de contratos. Se parte de un documento base (pongamos un contrato de arrendamiento) al que se le incorporan todas las opciones de variación de clausulado que el cliente vaya, razonablemente, a utilizar (con o sin garantías adicionales, prórrogas, obligaciones…). Junto con el modelo base, se prepara un cuestionario que el usuario tendrá que completar para crear su contrato. En muy pocos minutos está disponible una primera versión del contrato que es coherente en sí misma. Esta herramienta también aporta fiabilidad al reducirse la intervención humana. Además, porque el documento base se puede ir modificando y corrigiendo de forma que, detectado un error, corregirlo en el documento base evita que ese error se repita. Por último, el abogado ya no está viciado por llevar horas trabajando sobre el mismo documento, de forma que los detalles se perciben mucho más rápido.
Cabría preguntarse si esto conlleva el fin del trabajo del abogado toda vez que gran parte del trabajo lo hace la herramienta. La respuesta es que no. La intervención del abogado es necesaria para, según sea el caso, preparar el resultado a obtener (como en la automatización de los contratos) o analizar los resultados obtenidos (como en la revisión masiva de documentos). Además, son los que saben identificar cómo mejorar la herramienta al conocer cómo deben combinarse las infinitas posibilidades que plantean estas herramientas en un entorno rígido como es el derecho.
El gran valor que aporta el uso de este tipo de herramientas es que los abogados tenemos más tiempo disponible para centrarnos en cuestiones que aporten más valor añadido. Esto es posible gracias a que la realización del trabajo que tenga un alto componente mecánico se hace manera más rápida y eficaz, reduciendo también el porcentaje de errores.
Lo que es indiscutible es que ahora los abogados disponemos de herramientas que nos ayudan a prestar los servicios a los clientes y que estas herramientas también ayudan a los clientes al dotar de mayor agilidad las operaciones. Y, tal como decíamos al principio, seguramente aparecerán nuevas herramientas que sustituyan y mejoren las ya existentes.
«Pero lo que es seguro es que la tecnología y el derecho ya son compañeros de viaje»