Desde aproximadamente el año 2015, veníamos vislumbrando un cambio de modelo en el sector retail: en conversaciones con operadores internacionales del sector, mencionaban la existencia de ubicaciones sin inquilino en high streets en USA, o incluso cierto declive en centros comerciales, en la cuna de la creación de los malls. Un dato que sin duda debíamos mantener en mente, dado que en numerosas ocasiones, lo que acontece en este sector en USA, es un preludio de lo que sobreviene a Europa años más tarde.
Y es que este declive no se ha debido a una disminución del consumo, sino a que las preferencias y hábitos de los consumidores están cambiando. Y es que el ritmo de vida, la ausencia de tiempo para desplazarte hasta los comercios, y el ansia de inmediatez de esta era, entre otros muchos factores, han empujado al crecimiento del comercio online. Quien antes llegue al consumidor, gana.
Porque para el consumidor ya ha dejado de ser suficiente acudir a un área donde acceda a una aglomeración de marcas orientadas a su perfil, y en consecuencia los centros comerciales han tenido que reinventarse, ofreciendo experiencias y actividades al cliente que le diferencien de la competencia (algo que ya estamos viendo en centros comerciales de nuestro país), para poder mantener afluencias. Una experiencia que el cliente no pueda obtener desde casa; la respuesta evolutiva necesaria ante el cambio del entorno y del cliente.
En este marco, donde el comercio online ya venía cobrando protagonismo, lo que era una tendencia continua más o menos lineal, ha sufrido un punto de inflexión, desgraciadamente motivado por la pandemia, lo que ha acelerado exponencialmente el crecimiento del comercio online, y trágicamente, junto con el impacto de las medidas adoptadas (o no adoptadas), la caída del comercio tradicional.
Hasta ahora, gran parte del éxito del comercio era el “location”. Sin embargo, en un marco de caídas de afluencias y consecuentemente de las ventas, contrario a anteriores crisis donde caían las ventas y no las afluencias, cuando la tendencia y hábitos sociales están cambiando de una forma tan llamativa, y será complicado recuperar las afluencias pre-crisis a corto-medio plazo, parece que la solución pasa por invertir en el comercio electrónico y disminuir gastos.
Aunque en general llame más la atención el cierre de los locales más exclusivos o marcas más potentes, la estrategia de reducir número de tiendas y el proceso de concentración de locales lleva puesto en marcha por muchos desde hace varios ejercicios, y es algo que ahora se acelera (p.e. Inditex). Estas marcas suelen estar en manos de family offices e inversores institucionales con más capacidad para renegociar rentas, descuentos o carencias en el pago, y no digamos un pulmón mayor que el de los dueños de locales en barrios menos representativos o los inquilinos de dichos locales.
Es el pequeño y mediano comercio ubicado a pie de calle, que depende principalmente de la afluencia de clientes, siendo de conveniencia y no un ancla per sé, el que más sufre, el que tiene menos medios y menos capacidad para abordar la digitalización de su negocio, que es lo dicta la demanda, o debe subsistir con afluencias y poder adquisitivo limitado. Adáptese quien pueda, o perezca ante la negligente falta de soluciones eficaces del sector político del país.
Una muestra de ello: según un reciente análisis de CBRE, en la joya comercial de Madrid, compuesta por siete calles —Gran Vía, Preciados, Puerta del Sol, Fuencarral, Serrano, Ortega y Gasset y Goya—, “hay 55 locales disponibles de un stock de 745, lo que supone una tasa de vacancia del 7,25%”, “Se ve un cambio porque en un mercado sano se tendría que mover entre el 3% y el 5%”, indica Santos Robson, director de Inversiones Retail en CBRE España. Más de lo mismo en el tesoro comercial de Barcelona —avenida Diagonal, paseo de Gràcia, Portal de l’Àngel, Portaferrissa, Rambla de Cataluña, Las Ramblas, Pelayo—, donde hay más de 50 locales disponibles de un total de 850, lo que representa el 6,5%.
Sea como fuere, si hace un año la tasa de disponibilidad en la calle de Serrano (Madrid) era del 8%, ahora es del 12%, según los cálculos de CBRE. En el paseo de Gràcia (Barcelona), ha pasado del 8% al 10% en un año.
¿Y qué ocurrirá con estas ubicaciones vacías? Se barajan cambios de uso a viviendas, puntos de última milla para logística, garajes, trasteros… Veremos