Somos seres sociales, y el impacto de las relaciones en nuestra satisfacción vital es importante. Sin embargo, en función de cómo manejemos esas relaciones, éstas pueden ser un pilar fundamental en nuestra gestión del estrés o acabar siendo un factor más que nos provoque un desequilibrio fisiológico y emocional.
¿Qué tienes que tener en cuenta a la hora de resolver un conflicto?
- Un conflicto no desaparece por “arte de magia”. Si no se resuelve, lo normal es que escale, puesto que con el tiempo se van añadiendo prejuicios y malos entendidos. En consecuencia, si lo ignoras o lo niegas y no afrontas, cada vez será más difícil de resolver.
- En segundo lugar, la visión con la que conviene afrontarlo es desde la oportunidad de crecimiento y mejora, no desde la confrontación y el vencimiento.
- Si no tenemos un verdadero interés en que la relación cambie seguramente no vamos a poner la energía, y tener la paciencia suficiente, para que suceda.
- Es necesario reflexionar sobre los elementos del conflicto, y para ello, podemos utilizar esta batería de preguntas: (Es importante tener claro el alcance del conflicto, qué importancia tiene para mí, de qué prejuicios y presuposiciones parto, determinar qué obstáculos puedo prever y lo que estoy dispuesto a ceder y lo que no para resolverlo).
- Es fundamental también reflexionar previamente sobre la visión que “el otro” puede tener del problema, es decir, usar la empatía para intentar comprenderle y ser capaz de entender los motivos que le llevan a mantenerse en su posición. Para favorecer ese acercamiento puede ser muy útil que te envíes los siguientes mensajes: “si esa persona pudiera pensar diferente con sus experiencias y recursos personales, quizás lo haría”; seguro que “no hay una intención especial en fastidiarme”, “quizás no lo sepa hacer diferente”, “cada uno lo hace lo mejor que sabe con los recursos que tiene”. Todos estos mensajes te ayudarán a ver al otro desde otra perspectiva.
- Separa los comportamientos de las personas: Decir que “él/ella es así” no te ayuda, exprésalo diciendo que “se ha comportado así”. Los comportamientos se pueden cambiar y por tanto, deja de tener sentido ese mensaje que nos enviamos habitualmente de que “él/ella es así y no va a cambiar”. Este mensaje no nos motiva para invertir en la resolución del conflicto porque, si algo es imposible, mi cerebro entiende que es un gasto de energía inútil, ¿para qué voy a intentar cambiarlo?
- Elimina etiquetas preestablecidas, ignóralas: como por ejemplo “es egoísta” “es cabezota” “No me quiere” “No le importo”, porque estas expresiones nos condicionan y nos enfadan.
- Ten en cuenta que para resolver un conflicto hay que ceder “en algo”. Es necesario que la solución que encontremos sea un WIN TO WIN, sino el conflicto no estará resuelto. Si una de las partes se siente perdedora seguramente volverá a aflorar en algún momento. Para testear si realmente se ha resuelto, párate y visualiza la situación, piensa en la otra persona y, observa tu cuerpo, si ya no te genera malestar, estará resuelto.
- Elige el momento y lugar adecuado para afrontarlo y trabajarlo. Es necesario dedicarle el tiempo necesario, las prisas no son buenas consejeras, y además elige un lugar que sea agradable y estéis a gusto.
- Haz un role playing previo preparándote para dar respuestas a las circunstancias o cuestiones que se puedan platear en el encuentro.
- Escucha al otro atentamente. Descubre y conecta con la emocionalidad latente bajo el problema, esto te ayudará a empatizar.
Utiliza preguntas abiertas que fomenten el diálogo, que os ayuden a moveros de vuestras posiciones para encontrar los intereses que subyacen, pues desde ahí es desde donde vendrá la solución. Utiliza los hechos y no los juicios.
Y para terminar y no menos importante, que reconozcáis lo trabajado y la importancia de la relación.
Una red de apoyo social de calidad nos va a ayudar a gestionar nuestros niveles de estrés porque nos va a permitir compartir emocionalmente nuestras circunstancias y eso compensa su alcance, por eso invertir en mejorar nuestras relaciones, sin duda, merece la pena.